Artículo especial: A 29 años de uno de los mayores genocidios del siglo pasado.

La masacre de Jodyalí es uno de los actos más tenebrosos de violencia étnica de finales del siglo pasado.

Los parlamentos de Paraguay y 17 países del mundo, entre ellos México, Colombia, Honduras, Panamá, Perú, Guatemala y más de 20 estados de EE. UU. aprobaron en su momento condenar el acto como un genocidio.

El Embajador de Azerbaiyán en Paraguay Rashad Aslanov hizo llegar un comunicado sobre este trágico suceso, recordando lo ocurrido en su país con profundo dolor.  Valoró además el gesto que tuvo nuestro país en pronunciarse tras este triste hecho repudiando el uso de violencia de Armenia contra los hermanos azerbaiyanos, que contribuye a “no olvidar los hechos que se dieron”.

Azerbaiyán

 

ANTECEDENTES.

El año pasado, se puso punto final a uno de los llamados “conflictos congelados” del mundo. La 2º Guerra de Nagorno Karabaj concluyó con la liberación de los territorios que Armenia había ocupado ilegalmente, desde hace casi treinta años. Fueron implementadas las cuatro resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.  

En un contexto de convulsión, en el transcurso del proceso de desintegración de la Unión Soviética, Armenia aprovechó las circunstancias para desplegar sus fuerzas armadas “con el objetivo de perpetrar una limpieza étnica brutal contra los azerbaiyanos y ocupar ilegalmente no sólo región de Nagorno Karabaj, sino otros 7 distritos adyacentes de Azerbaiyán. Expulsados, muertos, desaparecidos, heridos; cerca del 10% de la población de Azerbaiyán se ha convertido en desplazados internos.

Dicha invasión no fue pacífica, sino que fue muy sangrienta y cruel, mediante el uso de los métodos fascistas. Así lo determinan numerosos documentos, investigaciones y pruebas oficiales”, señaló el Embajador de Azerbaiyán en Paraguay.

MASACRE SANGRIENTA.

Uno de los capítulos más trágicos de estos hechos es la masacre de Jodyalí, aún pendiente de la justicia. Ocurrió en la noche del 25 y 26 de febrero de 1992, las tropas del ejército regular de Armenia, con el apoyo de las unidades motorizadas del ejército de la entonces URSS, ingresaron a Jodyali y ejecutaron una matanza contra los civiles. 

Jodyalí era una ciudad donde, según el censo soviético de 1989, vivían seis mil personas. Y que tenía un elemento estratégico, su ubicación. Además, poseía el único aeropuerto de la zona.

Sin aviso previo, en la madrugada del 26 de febrero, los militares armenios tomaron por sorpresa a este poblado y llevaron a cabo una masacre atroz que causó la muerte de 613 civiles, entre ellos 63 niños y 106 mujeres. Ese día 1275 personas fueron tomadas como rehenes, 150 personas aún siguen desaparecidas, porque nadie nunca pudo hallar las evidencias sobre sus vidas o sus restos.

“Todas estas víctimas civiles fueron personas totalmente inocentes, por lo tanto, este acto inhumano ha sido un crimen de guerra”, indicó Aslanov.

Uno de los actos más tenebrosos de violencia étnica.

La organización Human Rights Watch categorizó esta matanza como “la mayor masacre ocurrida en una sola jornada durante la Guerra de Nagorno Karabaj”. 

El Embajador de Azerbaiyán dijo que “la masacre de Jodyalí es uno de los actos más tenebrosos de violencia étnica de finales del siglo pasado, un genocidio donde su motivo ha sido no solamente la conquista territorial, sino la intención de asesinar a los civiles por su identidad y origen étnico. 

Someter a la población civil a una invasión militar, atacar y asesinar a los civiles se considera una violación a los derechos humanos universales. En la actualidad, Armenia intenta por todos los medios ocultar la verdad, para que el mundo no sepa lo que ocurrió en Jodyalí el 25 de febrero de 1992”, comentó.

Acusó que la República de Armenia tiene toda la responsabilidad por el genocidio de Jodyalí, que está explícitamente confirmado por numerosos hechos, incluidas pruebas y registros de investigación, testimonios de testigos presenciales, informes de los medios internacionales y documentos de organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales.

DICTAMEN DEL TRIBUNAL EUROPEO DE DDHH.

Serzh Sargsyan, el ex Presidente de la República de Armenia, en una entrevista a un reportero británico reveló su rol en la masacre al declarar: “Antes de Jodyalí, los azerbaiyanos pensaban que podían jugar con nosotros, pensaban que los armenios eran incapaces de levantar una mano contra la población civil. Nosotros logramos romper eso (estereotipo). Y esto fue lo que ocurrió”. 

En su sentencia de 22 de abril de 2010, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos hizo la siguiente observación, que no deja dudas sobre la cuestión de la calificación del delito y la consiguiente responsabilidad del mismo: “Parece que los informes disponibles de fuentes independientes indican que en el momento de la captura de Jodyalí en la noche del 25 al 26 de febrero de 1992, cientos de civiles de origen étnico azerbaiyano fueron presuntamente asesinados, heridos o tomados como rehenes, durante su intento de huir de la ciudad capturada, por combatientes armenios que atacaban la ciudad”. La Corte calificó el comportamiento de quienes realizaron la incursión como “actos de especial gravedad que pueden constituir crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad”.

Se repiten los ataques a la población civil.

El embajador en Paraguay Rashad Aslanov mencionó que el pueblo de Azerbaiyán recuerda a estas víctimas de la agresión armenia y pide justicia por ellas. Y aquellas no son las únicas víctimas, porque a lo largo de décadas, Armenia ha perseguido la política constante de agresión contra Azerbaiyán y  su población civil.

En el transcurso de la 2º Guerra de Nagorno Karabaj, en 44 días de conflicto más de un centenar de civiles azerbaiyanos, entre ellos niños y mujeres fueron asesinados por los bombardeos de Armenia dirigidos contra las zonas residenciales alejadas de la línea de los combates.

Atacando a la población civil y las infraestructuras de ciudades tan populosas de Azerbaiyán como Ganja, Barda y Tartar, ubicadas lejos del campo de batalla, Armenia una vez más recurrió a cometer los mismos crímenes de guerra que en 1992, en 2020. De hecho, esta vez utilizó armamento más letal, incluyendo bombas de racimo y sistemas de cohetes para causar más bajas entre la población civil, según la Fiscalía General de la República de Azerbaiyán. Como resultado de los ataques con cohetes y artillería pesada, más de 100 civiles, incluidos 12 niños y 27 mujeres, murieron, 423 civiles resultaron heridos. 

NECESIDAD DE ACCIONES INSTITUCIONALES.

Tanto el genocidio de Khojaly de 1992 como el bombardeo de la población pacífica en 2020, representan una prueba clara de la política deliberada y los actos de violencia sistemática de las autoridades de la República de Armenia contra los civiles azerbaiyanos.

El recuerdo y memoria de las víctimas de Jodyalí es también un clamor al mundo entero, para que nunca más vuelvan a ocurrir estas masacres injustificadas y criminales como las que Armenia ha cometido contra el pueblo de Azerbaiyán. 

Es obvio que la impunidad de la que aún disfrutan los autores de los crímenes sigue impidiendo el avance en el logro de la paz duradera y la reconciliación entre Armenia y Azerbaiyán. 

Por lo tanto, el establecimiento de la verdad con respecto a las graves violaciones del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos cometidas durante el conflicto, la reparación adecuada y efectiva a las víctimas y la necesidad de acciones institucionales para evitar la repetición de tales violaciones son todos los complementos necesarios para un verdadero proceso de acercamiento y convivencia pacífica entre las dos naciones. Como lo presenciamos justo después de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

 

 

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